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Es habitual que los alumnos comiencen su práctica con mucho entusiasmo, varias veces por semana, prueben distintos métodos, estilos, instructores, salas, etc.

Se encuentran encantados por los beneficios físicos de la práctica y por el estado de bienestar que les aporta el Yoga.

Parecen haber descubierto un mundo nuevo, “una dimensión desconocida” y agradecen enormemente las enseñanzas recibidas.

Al poco tiempo las mismas personas se vuelven irregulares: comienzan a aparecer obstáculos, excusas que son atribuidas a distintas causas, los tiempos se complican, el trabajo, los niños, “se latean” etc., etc., etc., y muchas veces abandonando.

Otros retornan, y lo intentan nuevamente con idéntico resultado.

Unos pocos perseveran en el trabajo, y muy pocos penetran en la esencia del Yoga.

Esto es algo que nos ha pasado a todos en algún momento.

Cómo salir de la trampa??? Aquí van unos consejos:

La Disciplina

Para entender positivamente la palabra disciplina, tienes que partir de la base que aprender lleva tiempo. Deberás ser permeable a lo que hay que aprender, a las experiencias que aportan las técnicas del Yoga.

Abandonarse a su propio cuerpo, la respiración, la mente y al profesor/a

Toma una actitud de testigo, de observador/a curioso/a sin juzgar el estado de tu cuerpo, tus emociones o tus pensamientos.

Estableciendo la práctica

¿Cuánto tiempo tengo que practicar, una vez por semana, dos, tres?

Hay que dar el primer paso y conocer el ritmo propio que no es igual para cada persona, ni en cada momento de la vida.

Por lo general se necesitan de varios años de práctica regular e inteligente para ir profundizando en la esencia de la disciplina.

Práctica inteligente significa entender el proceso: qué pasa?, qué me pasa a mí en este momento?, en esta clase.

En Yoga es más importante la regularidad que la cantidad pues buscamos un ritmo armonioso: por ejemplo en vez de empezar todos los días, comenzar con una o dos veces por semana, hasta establecer esa frecuencia y luego aumentar gradualmente.

La Devoción

La devoción es el motor de la práctica. Se cultiva con el corazón: recordando los beneficios positivos del yoga. Muchos practicantes saben lo bien que se han sentido durante una clase o durante la meditación, por lo que esta experiencia les ayuda a mantener vivo el fuego de la devoción.

Sin esta devoción en la práctica, la misma se torna mecánica y vacía. Entonces, cuando estés a punto de flaquear…. Sólo recuerda la experiencia positiva, trata de revivirla con todo tu ser. Este sencillo acto hará que colapsen las excusas y retomes tu práctica.

El Desapego

El yoga entrega un aire fresco, algo nuevo en la mente, en tu cuerpo y en tus emociones. Para poder dejar que “lo nuevo” penetre no hay que tener expectativas. Esta es una herramienta muy poderosa:  aprender a ser tolerantes y pacientes con la experiencia extrayendo cada vez la fragancia de lo nuevo, sin forzar ningún resultado preconcebido. Esto  es fundamental para tener éxito en  Yoga.

Si has practicado, y dejaste por un tiempo (meses o años) ¿ cómo retomar ?

A veces la vida te lleva y te lleva y te vez forzado/a a dejar tus clases de yoga.

No te desalientes, retoma tu práctica con paciencia y amor, sin juzgarte por los intentos fallidos.

Retén en tu mente la historia de tu práctica, lo bien que te has sentido luego de una clase de yoga o de la meditación.

Recuerda la paz mental que te aportó para ese día y para tu vida. Esto te ayudará a vencer la inercia para volver a practicar. Se flexible, y paciente contigo mismo/a , date una nueva oportunidad amorosamente.

 

Te sorprenderás de lo que encontrarás cada vez, de la frescura de la experiencia.